domingo, 22 de noviembre de 2015

Cuentos de viajero I - Aniversario de Imata

Arequipa no estaba en los planes de estos cuatro nuevos amigos juntados por la casualidad. Agustin y Laura eran una pareja Argentina de Mar del Plata que habían decidido que viajar juntos por Sudamérica era una gran idea para ellos, Sebastian había dejado su trabajo y su vida monótona en la Patagonia para hacer un viaje parecido y Cynthia, una Francesa que con sus 23 años ya había viajado por Europa, Asia y Oceania, ahora recorría sola el sur del continente Americano.

Los cuatro coincidieron en tiempo y espacio a la orilla del lago Titicaca, en la bonita localidad de Copacabana y desde allí continuaron juntos hacia Perú, prácticamente ninguno pensaba parar en Arequipa antes de ir a Cuzco pero la magia del lago y los lazos que comenzaban a formarse entre los  cuatro hicieron que los planes se alinearan hacia la ciudad blanca, como se la conoce.

Laura, Agustin, Cynthia y Sebastian en Arequipa.
La casualidad hizo que ese  primer día en el nuevo destino Sebastian se vistiera con una camiseta de fútbol de la selección Argentina y mientras caminaban por las calles de su nuevo e improvisado destino en busca de sus atractivos, que a simple vista eran muchos, estos cuatro viajeros se detuvieron a observar un cartel que anunciaba comidas muy tentadoras cuando desde atrás de ellos se escucho una voz que decía:
-Se come muy bien aquí, ¿de que parte de Argentina son?
Cuando se volvieron para ver de quien era la voz que les hablaba descubrieron a un hombre que sonreía desde el interior de una camioneta 4x4. 
-Mi nombre es Manuel y viví en Rosario alrededor de 20 años. Continuo este personaje. 

Todos se presentaron y mantuvieron una charla durante unos minutos en la que, este hombre de unos 40 años y aspecto jovial, les dijo que tenia una empresa de alquiler de camionetas 4x4 llamada "Che Motors" y que ademas organizaba carreras de motos en la ciudad, antes de retirarse les comento que al día siguiente lo habían invitado a cocinar un asado de Alpaca al estilo Argentino (con chimichurri) en el aniversario de un pueblo cercano y que quería invitarlos, para de alguna forma retribuir lo bien que lo habían tratado durante su estadía en tierra Argenta. Como diría Fito Paez, Rosario siempre estuvo cerca. Intrigados por las tradiciones y costumbres de los pueblos en Perú y a pesar del miedo lógico de aceptar la invitación de un desconocido, todos dijeron que si de buena gana.

Esa noche después de ver por televisión el empate entre Argentina y Brasil en fútbol y amargarse por los atentados en París donde reside el hermano de Cynthia que por suerte se encontraba a salvo, todos se acostaron para levantarse al otro día a las 5 de la mañana y esperar a que Manuel cumpliera su palabra y los pasara a buscar por el hostel donde se hospedaban, para sorpresa de ellos así fue.

Era claro que este peruano había vivido en Argentina pensaba Sebastian mientras avanzaban en la camioneta hacia el punto de reunión donde comenzaría el viaje, no solo lo delataba el nombre de su empresa, también lo hacia la música de Soda Estereo, el escudo de Newell's en su tarjeta y la repetición constante de la palabra 'boludo' para referirse a los demás. Como no había lugar en la camioneta, porque Manuel debía pasar a buscar a su familia, el hombre les consiguió a los cuatro un lugar en un bus en el que llevaban a los descendiente de uno de los fundadores de Imata, el pueblo que iban a visitar. 

Resulto que la familia eran descendientes de la única hija mujer de Antonio R. Huachani, quien había participado de la guerra del pacifico y en compensación había recibido las tierras en el distrito de San Antonio de Chuca donde luego había sido parte de la fundación del pueblo de Imata, ademas muchos de sus descendientes eran miembros de la selección de kung fu de Perú y algunos habían venido desde Italia para este acontecimiento.

El viaje de ida fue largo y tedioso, el camino ascendía alrededor del imponente volcán Misti, que tiene mas de 6000 metros sobre el nivel del mar y se alejaba de la bella ciudad en la que estaban alojados. Después de mas de 4 horas de viaje llegaron al pueblo de Imata en pleno acto y pudieron presenciar un baile típico del lugar en el que los hombres se visten igual que las mujeres, todo parecía mágico.

Baile típico.
Cuando llego el momento del desfile los cuatro viajeros fueron invitados a desfilar cual si fueran descendientes de Huachani o campeones nacionales de Kung Fu. Sus caras de asombro mientras saludaban a las autoridades del distrito eran como salidas de una caricatura.

Con Manuel y su familia en Imata.
Después del desfile y las fotos correspondientes vino el infaltable 'picadito' de fútbol en la cancha del pueblo, ninguno había jugado nunca en la altura y eso les paso factura hasta que pudieron cambiar el aire, el partido fue muy divertido con una gran actuación de las chicas y goles de los cuatro extranjeros, aunque el de Cynthia fue en contra. Terminado el partido el sol caía con todo su fuerza sobre los hombros y cuellos de todos los participantes.

Partido en la altura.
Luego de un corto pero merecido descanso era la hora de la demostración de Kung Fu de los descendientes del fundador del pueblo, asombrados observaron Agustin, Laura, Cynthia y Sebastian como los chicos hacían piruetas con palos y espadas, y el aplauso de todo el pueblo no se hizo esperar.

Increíblemente una vez terminada la presentación comenzó una tormenta que parecía irreal teniendo en cuenta el sol agobiante de unos minutos antes. La lluvia, el granizo, los relámpagos, los truenos y hasta la nieve no les impidieron a los agradecidos invitados ayudar a Manuel a hacer el asado al aire libre bajo un toldo de nailon sostenido a fuerza de hombres. Obviamente ni un terremoto hubiera impedido la posibilidad de probar la carne de alpaca asado y las risas mientras cocinaban bajo este clima insólito. Mención especial se merece la hija de Manuel, llamada Ariana, una niña de 4 años tan sociable como su papa que despertó las sonrisas de todos.

El asado salio bárbaro y antes de retirarse parte de los dirigentes del distrito se acercaron a saludar y agradecer a estos improvisados Argentinos (Cynthia a esta altura era una Criolla mas) que hijos de las casualidades habían acudido a su fiesta de aniversario. A pesar de estar mojados y con frió y de tener que afrontar el largo viaje de regreso los cuatro amigos se sentían felices por todas los increíbles experiencias de ese día de noviembre, habían conocido las costumbres del lugar, comido una comida única y afianzado, aun mas, su relación que llevaba pocos días y años de momentos únicos.

Asado de alpaca.
Este texto con todas mis limitaciones esta dedicado a Manuel, Agustin, Laura y Cynthia. Excelentes personas que pude conocer en mi paso por Bolivia y Perú. Gracias de corazón por todo.

Pura Vida!


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